Lejos de disiparse las dudas sobre la futura Ley de Servicios Profesionales y si ésta eliminará la reserva de propiedad de la oficina de farmacia a favor del farmacéutico, la incertidumbre cada vez es mayor y los rumores afloran aprovechando este caluroso inicio de primavera.
Que la Ley de Servicios Profesionales está a punto de salir a la luz, en forma de Anteproyecto de Ley, parece cosa segura. Bruselas aprieta, los indicadores económicos no acaban de remontar el vuelo y los ministros de Economía y Hacienda empiezan a ser, de nuevo, protagonistas de las noticias (esto es, cuando les queda hueco tras la inevitable procesión de corruptos). El Presidente del Gobierno, a su manera, avisa de nuevos cambios. Luis de Guindos, concretando, dice que tratarán de eliminar barreras cuando consideren que no existen razones que justifiquen su existencia y cuando éstas únicamente se deriven de "tradición o de corporativismos". Algún farmacéutico ya se ha dado por aludido, con cierta visión de futuro. Incluso se baraja una fecha, el 26 de abril, para la presentación de una nueva batería de reformas estructurales entre las que podría incluirse el esperado Anteproyecto de Ley de Servicios Profesionales.
Solo quedaría, por tanto, disipar la duda de si la disposición final novena que se incluye en el borrador se mantendrá en la versión definitiva de la norma que salga de las Cortes. Dicha disposición final novena dispone la modificación del artículo 103.4 de la Ley 14/1986, cuya redacción actual es esta: "Solo los farmacéuticos podrán ser propietarios y titulares de las oficinas de farmacia abiertas al público". Con la entrada en vigor de la LSP, dicho artículo 103.4 quedaría redactado de esta manera: "Las oficinas de farmacia abiertas al público deberán contar con un director que será un farmacéutico responsable de garantizar el servicio a los usuarios". El texto completo del borrador lo tienen a su disposición en este enlace:
Llegados a este punto y ante la inminencia de lo que podía ser una revolución del sector farmacéutico, en sus tramos minorista y mayorista, entro de lleno en el asunto de este post de tono reflexivo.
El gasto farmacéutico a través de receta del SNS ascendió en febrero de 2013 a 719 millones de Euros. En el mismo mes de 2010, dicho gasto alcanzó los 1.027 millones de Euros. Después de tres años consecutivos de ajuste del gasto farmacéutico, esta partida ha bajado un 30%, que me atrevería a decir es un descenso superior al de cualquier otra partida de gasto corriente de las que conforman los Presupuestos Generales del Estado (quizás haya alguna, pero dudo que sea de una cuantía absoluta tan representativa). Y tampoco parece que esta tendencia vaya a cambiar, ya que se anuncia para mayo una nueva revisión a la baja de los precios de referencia.
Por otro lado, según datos de la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE), las Comunidades Autónomas adeudan a las farmacias más de 1.100 millones de Euros, lo que viene a representar un retraso en el pago de aproximadamente 41 días, si tomamos como referencia en gasto total de 2012. Hay que tener en cuenta que las farmacias, hasta 2011, estaban acostumbradas a cobrar los días 20 del mes siguiente a la dispensación (digamos que a 35 días de promedio), y así venía recogido en los convenios suscritos con las correspondientes consejerías de sanidad. Hoy en día, lo raro es encontrar una Comunidad Autónoma que esté al día en los pagos de las recetas.
Y para rematar la faena, ahora el Ministerio de Economía se empeña con la Ley de Servicios Profesionales, abriendo la propiedad de la oficina de farmacia a cualquier inversor. La eliminación de esta barrera de entrada - lo que los farmacéuticos llaman en tono de veneración "El Binomio" - augura un futuro todavía más negro, donde la competencia será cada vez más variada y profesional.
Así las cosas, cada vez es más fácil encontrar en las redes sociales farmacéuticos dueños de oficina de farmacia que reniegan de su faceta empresarial y suspiran por centrarse en su rol como profesionales sanitarios. La manifestación más oficial de esta tendencia es la propuesta que ha presentado recientemente la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC) y que pueden Vds. leer accediendo a este enlace:
Ser empresario
Lo cierto es que, les guste o no, el modelo español de farmacia se basa en la concesión de licencias a empresarios individuales, para que estos las exploten con todas sus consecuencias. Cierto es que ese negocio se desarrolla en un régimen protegido, con fuertes barreras de entrada y por tanto en un entorno de competencia muy limitado, pero en todo lo demás el farmacéutico titular es un empresario como todos los demás.
Aquellos farmacéuticos que eligieron abrir o comprar una oficina de farmacia, decidieron convertirse en empresarios, siendo ésta una decisión voluntaria y particular. El hecho de que, al tomarla, no analizaran con suficiente precaución los riesgos que iban asociados a esa inversión, no se puede considerar como atenuante. No voy a ser yo quien defienda la manera caótica y casi arbitraria de legislar de los sucesivos gobiernos, a golpe de Real decreto-ley, ni tampoco me parece bien que las CCAA incumplan sus compromisos de pago con sus proveedores. Pero la realidad es que todos los empresarios que contratan con el sector público se exponen a estos riesgos y los han sufrido en mayor o menor medida en los últimos años. La mayoría de los empresarios que no diversificaron suficiente y tenían demasiados huevos en la cesta de lo público, han terminado arruinados. Por supuesto, el principal culpable de esto es el propio Estado, pero también lo es el empresario. De hecho, cualquier negocio que tiene una porción mayoritaria de sus ventas concentrada en un sólo cliente - sea este la Administración o una empresa privada - se expone a este riesgo.
¿Qué quiero decir con ésto? Pues básicamente, que cuando el farmacéutico abrió su farmacia, sabía a qué atenerse. Sabía que, salvo que fuera capaz de desarrollar la parte privada de su negocio (lo que se denomina en la jerga "venta libre"), estaría expuesto a la voluntad de las administraciones central y autonómica. En el caso de algunas farmacias, principalmente las situadas en núcleos rurales, es prácticamente imposible diversificar porque hay poca demanda de productos de venta libre. Pero este detalle, al abrir la farmacia convirtiéndose - voluntariamente, insisto - en empresarios, también debían conocerlo.
Lo que intento decir es que, si somos empresarios, debemos asumir que en toda actividad empresarial existe un riesgo. Precisamente en el negocio de dispensación de fármacos en España, este riesgo ha sido hasta la fecha muy pequeño, y los empresarios han disfrutado de una racha muy prolongada de vacas gordas. Pero, en calidad de empresarios, de poco vale quejarse ahora que vienen las vacas flacas.
Alguno replicará - estoy seguro - que no, que los farmacéuticos no son empresarios, que son profesionales sanitarios. Se equivocan: Son profesionales sanitarios que se ganan la vida con los beneficios que les reporta el margen en la dispensación de fármacos. O lo que es lo mismo, son profesionales sanitarios metidos a empresarios.
Como todo empresario, cuando las cosas no le van bien en el negocio, algunos farmacéuticos reniegan ahora de su condición empresarial, pero esa condición no es de quita y pon. En el actual modelo farmacéutico, ese modelo mediterráneo que tanto se defiende, solo se puede ejercer la profesión de farmacéutico comunitario de una manera: Convirtiéndose en empresario y asumiendo todos los riesgos que ello conlleva, entre otros:
1. Que la administración tarde en pagar las recetas.
2. Comprar un medicamento y que este se rompa, se caduque, baje de precio o se quede fuera de la financiación.
3. Que cambie la ordenación y abran nuevas farmacias, repartiéndose las recetas entre ellas.
4. Que cambie la normativa y los márgenes del negocio se vean reducidos, o que se reduzca la demanda por efecto del copago.
5. Que los trabajadores se declaren el huelga al negociar el convenio colectivo.
6. Que suban los tipos de interés a los que está referenciado el préstamo que pidió para comprar la farmacia.
7. Que Hacienda suba el IVA, perjudicando la venta libre.
Como ven, ser empresario es un reto muy complejo, aunque se ejerza como tal en un sector aparentemente seguro, por su competencia atenuada y sus precios regulados.
Ser un profesional sanitario
Empiezo este apartado con una precisión terminológica importante. Ser profesional es algo que se le supone a cualquier profesional, sea del ramo sanitario o no. Nadie discutirá que tan profesional es el empleado de un laboratorio que se dedica a la investigación, como el adjunto que trabaja a sueldo en una farmacia, como el propio titular, como el farmacéutico hospitalario o cualquier otro farmacéutico funcionario de la consejería de sanidad de turno. Todos ellos son profesionales, y les presuponemos una actuación profesional en el ejercicio de sus facultades.
Pero parece que, ahora que el modelo empresarial aprieta y empieza a dar malos resultados, algunos empiezan a darse cuenta de que cada vez es más difícil ejercer adecuadamente esa función profesional. Se habla del sistema retributivo actual, admitiendo que éste "presenta problemas derivados del conflicto de intereses entre su actuación profesional y su retribución económica". Hace unos días se emitió en La Sexta el programa Salvados dedicado al mundo farmacéutico, donde se pretendió exponer las vergüenzas de un sistema donde priman los intereses económicos, dejando - afortunadamente para el maltrecho colectivo farmacéutico - sin mencionar que los farmacéuticos también se benefician del efecto #sobremedicados.
Pero no solo es el sistema retributivo lo que genera el conflicto, sino el alto precio pagado por el traspaso de la farmacia, un precio sobrevalorado al basarse en previsiones que no se han cumplido. De esto hablé largo y tendido en mi primer post. Lo que genera el conflicto, en suma, es la propia condición empresarial.
Volvemos a encontrarnos con la supuesta independencia del titular, derivada de su condición de farmacéutico, y queda claro que el actual modelo retributivo no la garantiza. Esto no solo lo pienso yo, sino que se desprende de la lectura de la justificación de un nuevo modelo retributivo en el documento de SEFAC que les he indicado anteriormente.
Entonces, presentados con esta cruda realidad, obligados a aceptar que la vida del empresario es difícil de compaginar con la faceta profesional, caben varias posturas:
1. La primera, que parece que es la que mantienen el CGCOF y la FEFE, es negar la mayor y apostar por la continuidad del actual modelo. Es decir, emular a la orquesta del Titanic. Su postura parece obedecer a una sencilla razón, que piensan que mantener el modelo puede seguir siendo más lucrativo que adoptar un modelo de remuneración por servicios.
2. La segunda, aceptar que la condición de empresario, con el actual sistema de remuneración, puede condicionar la labor profesional y abogar por un modelo de retribución por servicios que garantice mejor la independencia. Esta postura, que es la que ha adoptado SEFAC, tiene un riesgo importante ya que al admitir que el farmacéutico no es incorruptible y que el modelo actual no garantiza su independencia, se anula uno de los principales argumentos en defensa del Binomio.
3. Hay una tercera versión, que es pedir que se mantenga el modelo actual, pero con un menor peso del margen de dispensación y un complemento por prestación de servicios. Esta opción, aparentemente equilibrada, no deja de ser una versión descafeinada de la primera, aunque puede plantearse como un paso intermedio.
En todo caso, y centrándome en la segunda, aceptemos que este nuevo modelo de remuneración terminase convirtiendo al farmacéutico en un profesional sanitario puro, sin tentaciones económicas y centrado en su labor asistencial. Ya he dicho en Twitter y lo reitero que esta me parece una propuesta interesante, sobre todo como alternativa - y por tanto defensa - a la liberalización. Es coherente, porque renuncia al jugoso margen del 27,8% y a la tentación de los descuentos, en favor de un modelo de retribución que solo premiaría el trabajo. Es mejor garante de la independencia del farmacéutico que el modelo actual, que como he dicho muchas veces solo la garantiza en la imaginación de algunos farmacéuticos. Y, además, es compatible con el objetivo de reducción del gasto público.
Lo que me ocurre con este modelo es que trato de visualizar a ese farmacéutico centrado en su labor profesional y cobrando por acto sanitario, y acabo viendo un potencial funcionario. Además, me da la sensación de que en este modelo retributivo, las barreras al libre establecimiento están todavía menos justificadas, ya que lo ideal sería que proliferaran los establecimientos farmacéuticos, donde cada profesional ejerciera libremente, lo mismo que los médicos, su labor sanitaria. Lo mismo que los médicos, una parte de su trabajo estaría remunerado por el Estado y otra por los propios pacientes.
También me resulta complicado pensar que estos profesionales deban o puedan asumir el coste financiero y el riesgo de comprar y vender los medicamentos sin margen. En esto parece coincidir el documento de SEFAC, que ya apunta que para los medicamentos caros sería la Administración la propietaria de los medicamentos, quedando el farmacéutico como mero custodio de los mismos. Al final, tiendo a pensar que el farmacéutico terminaría por no comprar ni vender, y me cuesta mucho pensar en cómo sería el control de toda esa mercancía de propiedad pública, en depósito privado.
En suma, me parece que a la larga este modelo retributivo sería incompatible con el actual modelo de farmacia y terminaría por convertir a los farmacéuticos en profesionales a sueldo de la Administración. Y ya sabemos que, cobren un fijo mensual o por acto prestado, los profesionales a sueldo de la Administración se llaman funcionarios públicos.
No me alcanza la imaginación para pensar qué ocurriría con toda la cadena de distribución del medicamento, y cómo contratarán las distribuidoras con las CCAA, si es que a estas les queda un papel. Como ven es un tema bonito e interesante sobre el que espero las aportaciones de mis lectores, comentando este post o a través de Twitter.
Conclusiones
Como conclusión, me atrevo a sentenciar que el papel empresarial que actualmente ocupan los farmacéuticos titulares es difícilmente compatible con el modelo profesional que propone SEFAC. En ese sentido, es una defensa coherente frente a la liberalización pero también supone admitir que el modelo actual está agotado.
La dificultad de transformar el actual modelo es grande, tanto que creo que resultará imposible. No conozco ningún país occidental en el que los farmacéuticos no sean empresarios cuyos beneficios dependan en mayor o menor medida del margen de dispensación, y dudo que España vaya a ser el primero en dar ese paso. Más aun cuando los propios farmacéuticos - o al menos sus dos principales plataformas - no parecen estar dispuestos a abordar ese cambio.
La pena es que este debate no se hubiera abierto hace 5 años, cuando hubiera sido más oportuno. Ahora, me temo que llega tarde.